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martes, 16 de noviembre de 2010

VISION ESPIRITUAL DE LA DANZA DEL VIENTRE

En sus orígenes la danza oriental estuvo íntimamente ligada a la religión, una religión cuya esencia era la conexión con el Principio Femenino del Universo. Se danzaba para pedir a la tierra fertilidad y para pedir agua al cielo. En aquellos momentos la religión era algo natural, parte esencial de la vida diaria y totalmente ligado a la tierra. Estaba relacionada con la tierra y a la vez con las mujeres por su fertilidad. Se hacían rituales en honor a la deidad femenina ya que, al ser la mujer la que creaba vida se le atribuían poderes mágicos.
Se realizaban danzas rituales y de fertilidad en honor a la Diosa, danzas eróticas acompañadas de cantos y ritmos, con el fin de crear estados alterados de conciencia. Las mujeres, sacerdotisas y participantes en el ritual entraban en un trance que favorecía el contacto con la divinidad, permitiendo expresar en el mundo todo un Universo de sentimientos, poder y sensaciones a través de sus cuerpos.
   Con la llegada del Cristianismo o el Islam (religiones monoteístas masculinas), se intenta erradicar la danza femenina por su relación con la sexualidad. El resultado fue un empequeñecimiento de la imagen que las mujeres tenían de sí mismas, así una mujer con pleno poder  se convierte en una mujer no aceptada (incomoda, antisocial…) y su forma de expresión a través del baile se relaciona con lo demoníaco y por tanto prohibido.
   La danza es una forma de conexión con el lado oscuro de la psique femenina (los hombres lo hacen a través del sonido de los tambores), ayudándolas a liberar las cualidades escondidas para volver a ser mujeres completas en plena posesión de su fuerza.
   El recuperar los arquetipos femeninos que se han dejado relegados por miedo y prohibiciones ayuda a la mujer reencontrase con su esencia a través de la danza.



  

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